Today has been exactly one year since the event that changed Puerto Rico’s modern reality, category 4 Hurricane María. You can read more about how it affected me in my first blog post ever.
I thought it appropriate that today I share a Spanish poem that I finished writing about 4 months ago. It describes the before, during and after of this perfect storm. We will never forget that Wednesday. Although Puerto Rico will likely never be the same after its strike, there is a sense of hope and strength that keeps me [and millions of Puerto Ricans, in and out of the Island] going.
Thank you for reading.
Reverdecer
Concéntrico, perfecto,
de las aguas bebiendo el aliento,
el calor que tropicaliza
a esta tierra que es hoy ceniza…
se acercaba un ciclón sediento.
El movimiento de la vida,
la fe, la indiferencia,
la lucha de cada día,
ante el insólito panorama hervían.
La isla “bendita” recibía
a la feroz, despiadada María.
Con coraje que no era divino,
zumbaba, tumbaba, vibraba,
lavaba, arrancaba, doblaba,
inundaba, desarmaba, dañaba…
y en la cima de su delirio,
un niño a su madre abrazaba.
Como ladrona despiadada
dejó la casa desolada,
y en un arrebato de cólera
aplanó las montañas.
Y se fue, y con ella
se llevó tantas nimiedades…
luz, gas, cosas que nada valen.
Mas con su cola larga humedeció
ojos y corazones.
Los arrancó de los balcones,
para llevarlos al norte
frío, lejano, lleno de sinsabores…
Y con su odio cavó
la fosa común
que todo cambió.
La llenó de huesos,
la rodeó de duelo.
Pero como cobarde,
María se esfumó
para nunca volver.
El muro de Borikén,
corajudo y valiente,
se alzó para defender
la tierra amada,
y no hay batalla
ni viento demasiado fuerte
que impida al archipiélago perenne
reverdecer.
©2018 Keira Lebrón Calderón
La Misi de Español
